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Una Infancia Robada: Por qué Debemos Priorizar las Necesidades de los Niños Migrando

Yo paso horas innumerables cada semana con los niños como asistente maestra, tutora y niñera, y si hay algo que he aprendido, es lo impresionables que son los niños. Al ver crecer a los niños, me encanta ver cómo cada uno de sus diferentes entornos los moldea en individuos. Parecen absorber todo lo que les rodea, desde las respuestas de sus maestros a sus acciones, a la forma en que actúan sus hermanos mayores, a lo que sus compañeros parecen valorar. Pero, al ver esta impresionabilidad, también me di cuenta del potencial de daño que conllevan los entornos infantiles.



En 2016, 1 de cada 200 niños en el mundo era refugiado. En 2018, 36,1 millones de niños eran inmigrantes internacionales y aproximadamente la mitad de los refugiados de ese año eran niños. Para los niños migrantes y refugiados, la infancia no es el período de seguridad y juego sin preocupaciones que muchos recordamos. Además de enfrentar el trastorno emocional de dejar abruptamente el hogar y la escuela, los niños que están migrando son extremadamente vulnerables a la violencia, la explotación y la trata de personas. Esto es especialmente cierto para aquellos que no están acompañados, cuyo número ha aumentado. Además, las duras políticas de control fronterizo a menudo dejan a los niños en estados de "limbo", lo que aumenta su riesgo de explotación, así como el riesgo de ansiedad y autolesiones.



Las necesidades de estos niños no pueden esperar. Sus entornos son perjudiciales para su desarrollo y los impactan a largo plazo: según Unicef, “Las privaciones y daños que sufren los niños durante los viajes peligrosos sacuden los cimientos de su desarrollo físico, emocional e intelectual”. Este tipo de interrupción del desarrollo impide el aprendizaje y limita drásticamente las oportunidades futuras de los niños. Aparte de esto, es simplemente cruel permitir que la infancia sea una época de explotación y violencia.


Los niños deben ser lo primero. Necesitamos asegurarnos de que los niños migrantes reciban educación, que sus familias se mantengan unidas, que no se los mantenga en centros de detención y que se satisfagan sus necesidades de salud física y mental. No podemos permitir que el futuro de los niños termine antes de que hayan comenzado.


Afortunadamente, organizaciones como Unicef ​​y Save the Children están trabajando incansablemente para promover los derechos de los niños y crear conciencia sobre los problemas de los niños en todo el mundo. Su trabajo es más importante que nunca dado el impacto de COVID-19 en los niños desfavorecidos, y especialmente en los niños migrantes. Animaría a cualquiera a que apoye a estas y otras organizaciones similares: al hacerlo, protege y eleva a la próxima generación.




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